“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” (Juan 1:1)
Desde la perspectiva de la Kabbalah Cristiana, este versículo es uno de los pilares más místicos y profundos de toda la Escritura. En la Kabbalah, el “Verbo” se comprende no solo como palabras literales, sino como la esencia vibratoria de la Creación misma: la energía primordial que dio lugar a todo lo existente.
El Verbo como Luz Creadora
El término “Verbo” se traduce en griego como Logos, lo cual va más allá del simple significado de palabra; representa la expresión divina que da vida y estructura al universo. En la Kabbalah, el “Verbo” corresponde a la Luz Infinita que emana desde la Corona (Keter), la primera de las Sefirot, el nivel más alto de conciencia divina. Esta Luz, que en hebreo se llama Or Ein Sof, es el origen de toda la creación.
El Evangelio de San Juan nos invita a contemplar la totalidad de la existencia como una expresión de esa Luz. Pero, más importante aún, nos llama a convertirnos en canales activos de esa energía divina en nuestra vida cotidiana.
Entrega Total al Verbo: Un Acto de Confianza Profunda
Como cabalistas cristianos, entendemos que este versículo no solo nos habla del origen de todas las cosas, sino que nos invita a vivir con una entrega y confianza absolutas en la Fuente. La entrega al “Verbo” implica un abandono completo de nuestras dudas y miedos, permitiendo que la Luz de la Sabiduría Divina fluya a través de nosotros.
Esta entrega se materializa cuando confiamos en que toda experiencia y circunstancia tiene un propósito divino. La confianza no significa una pasividad resignada, sino una apertura activa a la guía divina, reconociendo que cada paso que damos está sostenido por el Verbo.
El Verbo y la Creación de Nuestra Realidad
En la Kabbalah, el acto de creación comienza con un pensamiento divino que se convierte en palabra, y luego en manifestación física. Este proceso es reflejado en la apertura del Evangelio de San Juan. Dios no solo pensó la creación, sino que la habló a la existencia. El “Verbo”, por tanto, es la clave para manifestar lo que deseamos en nuestra vida: paz, amor, éxito o cualquier meta espiritual.
Al igual que Dios creó el mundo con el Verbo, nosotros podemos transformar nuestra realidad alineando nuestras palabras y pensamientos con la Luz. Esto requiere confianza en el proceso y, más aún, confianza en que somos merecedores de recibir la abundancia divina.
El Arte de Confiar como un Cabalista Cristiano
La confianza en el Verbo no se limita a la comprensión intelectual. Debe descender al corazón y convertirse en una certeza inquebrantable. Esta certeza es lo que en la Kabbalah se llama emuná, la fe profunda que nace de la experiencia directa con la Luz de Dios.
Podemos practicar esta entrega mediante oraciones diarias, meditaciones en las letras hebreas y el uso de los 72 Nombres de Dios, que nos conectan con diferentes aspectos del Verbo. La confianza también se cultiva a través de la práctica de Hitbodedut, una forma de oración cabalística que nos permite hablar con Dios de manera íntima y sin barreras, derramando nuestro corazón y recibiendo claridad sobre nuestras dudas y desafíos.
Conclusión: Vivir en la Vibración del Verbo
El versículo inicial del Evangelio de San Juan es más que una declaración teológica: es una invitación a vivir en la frecuencia del Verbo. A medida que avanzamos en nuestro camino espiritual, debemos recordar que nuestra capacidad para manifestar y recibir la Luz depende de nuestra entrega total al proceso. No se trata de comprenderlo todo con la mente, sino de confiar en que la Luz divina siempre nos guiará hacia lo que necesitamos para crecer y cumplir nuestro propósito espiritual.